Se me antoja, también, defender mi gusto por escucharme en vos, de presagiar el sonido de mi piel en medio de tus caderas, de reconocerme extasiada y el deseo joven de besarte constantemente, de no querer dormir para no dejar de hablarte, de cansarme junto a vos y despertar con vos.
Quiero argumentar a favor de estas lágrimas que recorren inevitablemente mis mejillas, donde hace un rato estuvo tu barba, por la hermosura y la gratitud de permitirme estar feliz con vos, después de tanto tiempo, en medio de números, de rememorar lugares y momentos que nos sostuvieron después de 20 años. En medio de una pandemia que nos reconecta, como si todo lo que hubo en medio, al final de cuentas nos devolvió a este mismo lugar en el que vos y yo sonreímos juntos abrazados.
"Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada errante en la sombra te busca y te nombra...".
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