Yo era todo eso que tanto te gusta y más.
Fui cursi hasta el cansancio, enamorada por convicción.
Yo era de las que se pegaba a la ventana a esperar que una
puñalada de viento se clavara en mi cuello y me hiciera llorar pensándome
abrazada junto “al amor de mi vida”… entonces creía en que había “un amor” y lo
quería para mí… cuánta ingenuidad!
Yo era todo eso que tanto te gusta y más, todo lo que te
contenés para no aburrirme.
Me desbordaba escuchando canciones tristes… iba sacudiendo
mi felicidad en poemas caducos al final de cada tarde… entonces creía que la
eternidad se suspendía en los versos y en la añoranza de besos a contra luz…
cuánto atrevimiento!
Me recostaba e imaginaba lugares y ambientes perfectos,
pieles-lava, lenguas-lazo, brazos-bufanda, gemidos-corchea y un par de ojos
pegados que me miraban desde lejos y que cada vez que pestañeaban acortaban
distancias.
Yo era todo eso que tanto te gusta y más, todo lo que
reservás para más adelante para no ahuyentarme.
Lloraba en la parada del bus releyendo los mensajes de texto
mientras dejaba pasar el deseo de que alguien doblara la esquina y me
encontrara y me tomara de la mano y caminara conmigo… tan solitariamente
acompañada que daba miedo decir la verdad… llamarlo cariño… suspirar… cuánta
imaginación!
Yo era todo eso que tanto te gusta, que no puedo darte
porque no sabría, después de tanta prefiguración, por dónde empezar ni cómo
decirlo sin sentirme agotada, angustiada… arcaica.