30 de junio de 2015

A manera de declaratoria

A todas esas promesas que aprendía a perder,
a las personas que aprendieron a perderme,
a los abandonos que saben a fracaso,
a vos, tan ausente que ya hasta olvidé cómo nombrarte, a M.ta.

He logrado cosechar una capacidad casi indecible para perder: vergüenza, orgullo, enojo, caricias, miedos, dudas, abrazos, amistades, besos, respuestas y por ahí va la lista.

Mis pérdidas me han sucedido como por estafa:  mientras dormía, sentada en el sillón de mi casa, mirando por la ventana del bus, buscando en mi ipod la música de Ismael Serrano, escuchando al Fresita declarándose "no guilty" o cocinando... y no me he dado cuenta de tantas ausencias hasta que me he visto en el espejo la cana reincidente en mi ceja derecha.

Y de repente a mi alrededor hay falta y aunque voy llenando mi tiempo con actividades agendadas por semestre e improvisando recuerdos para consolarme, tengo la impresión de que simultáneamente se van borrando por episodios y en serie todas las bienvenidas que se me han concedido en esta vida y así de pronto solo tengo despedidas bizarras, madrugonas y disimuladas.

Me siento como flotando, como si nunca hubiera hablado, como si nada fuera real como si... 

Y aveces tengo ganas de bajar, de conversar, de sentirme, pero es impsible, cada segundo que transcurre es un paso gigantezco e irreversible; y entonces no me queda más que seguir transparentándome, continuar perdiendo y perdiéndome y perdiéndote.