25 de noviembre de 2012

Condena

El dolor era anterior al pensamiento
los orígenes perdidos del lamento
¿dónde están?
Nos salimos de la ruta
(Ella me dijo que no, Bunbury)
 
 
Me desarmaste, por eso no pude luchar por vos ni contra vos. Cuando volviste ya eras más fantasma que mis propios miedos, venías atravesado por un dolor de aurora, un viento polar de desesperos. Tu sitio fue entonces como un universo paralelo en donde yo nunca existí.  
 
Te convertiste en tu peor enemigo y me hiciste cómplice de semejante traición, ahora caminamos juntos hacia el cadalso de la soledad casi a punto de desvanecernos en un abismo que se abre cada vez que me nombrás. 
 
Siempre te vi desde mi lado solitario, más solitario con vos que soñabas siempre en otros lugares, que emigrabas tu pensamiento a otras épocas, que subestimabas mi cariño cada dos minutos, como no saber que vos y lo que trajiste contigo era solo un epigrama adormecido de lo que yo nunca volvería a ser para vos.



4 de noviembre de 2012

Trasescena

Le propongo que sumemos nuestras mutuas soledades
un contrato dividido entre dos partes iguales...(Señorita Josefina, Jairo)


Era muy fácil, usted lo sabe, abrir la puerta, manejar hasta mi casa, todos los viernes, quedarse conmigo o llevarme a su sitio tan solo como el mío.

Tan sencillo como cuando cruzaba la calle se detenía frente al portón de mi casa para recordarme que aún no lo había llamado.

Era muy fácil, vecino, tomarme de la mano accidentalmente y quedarnos así el resto del día... tan siempre como el primer beso que me dio después de siete años sin vernos.

Era fácil, pero usted lo complica todo, usted sigue estigmatizado con una época caduca, usted insiste en condenar cuanto recuerdo lleve mi olor... usted asesina cada día mis caricias onduladas y me tortura la punta de los dedos con la que le escribo una confesión cada tres días.

Tan sencillo, que usted que era mi amigo, mi vecino, mi cómplice, se decidiera a gastarse un fin de semana haciéndome reir... fácil, como actualizar los viejos chistes al filo de mis muslos.

Era tan sencillo, cuando usted configuraba mi próxima visita y yo me dejaba arrastrar hasta sus gustos, cuando usted olvidaba todos esos discursos somníferos de pasados oxidados y venía y se quedaba en mi sitio o me llevaba al suyo tan solo como el mío.

22 de octubre de 2012

Alicia

 
Pude haber sido peor de lo que querías que fuera: mujer-oblicua-huraña, pude, pero no quise.
 
Fui, entonces, la más celosa de las mentiras fantasma-egoísta-vanidosa, violentamente amarrada al tiempo, a los instantes más efímeros, volátil en la memoria, en los papeles... en los viajes.
 
La más lamentable de tus claudicaciones... Un lugar lleno de objetos con largos silencios y con la debilidad de los primeros domingos preñados de sacrificios que poco valían la pena con nuestros rostros a punto de estallar de tristeza o de alegría.
 
Pude ser tan ferozmente orgullosa como tanto extrañaste, pude, pero no quise.
 
En cambio, levantaba mi rostro pausado y olvidadizo y agitaba frente a vos mis versos descoloridos ya por tu impaciencia, ridículamente convencida de que podrías abandonar el delirio y abrazar fiel nuestra felicidad... que luego entendí era solo mía, humillada-agresiva-avergonzada felicidad.
 
Pude caer cariñosamente vencida, pude, pero no quise; sin embargo, me levanto, cínicamente perdedora.
 
 

18 de abril de 2012

Una piadosa

El le dijo (como para consolarla):

Yo esperé, todo el día.
Esperé mientras acariciaba mi libreta,
esperé cuando inicié mis primeros versos para ella,
luego ella vino,
me acarició y a mí se me olvidó que esperaba...
¿A quién esperaba?

Es cierto, te dije que te esperaba,
esperaba que aparecieras,
pero ella, el amor de mi vida besó mis manos...
Creo que esperaba que pasaras por aquí,
pero con ella a mi lado, se me olvidó que esperaba.

8 de abril de 2012

Ometepe

Espérame en la playa de San Juan del Sur,
... para recordar aquellas veladas... (Bunbury)


¿Cómo fue que te fuiste así, Enrique?

Chaval, ayer me llegó tu última carta, me la trajo tu prima Eneida, dice que en cuanto llegó me la trajo para acá, viene manchada porque de camino, en la carrera que venía se trompezó con un broder que recién aprendía a andar en bicicleta.

La verdad, vos, me jodiste cuando me mandaste a decir con la Eneida que allá en el sur, te hiciste de una chavala más cariñosa y más linda que yo, arrecho, chaval, a tu prima le tocó consolarme de tanto dolor, yo que hasta vendí la bici para salir de esta isla y encontrarme con vos allá en Peñas Blancas. Me duró varios meses el enredo, la misma cantidad de días que a vos te duró el enamoramiento de esa mujer que según me contaste te ayudó con los papeles para quedarte de legal.

Y ahora leo esta carta, vos, y me escribís que ahora vos estás jodido, que la mujer esa te dejó y que se te ocurrió que sería mejor volver conmigo. Ay Enrique, como le dije a la Eneida, el día 99 -¿te acordás de la muvi que vimos?- un día antes de que me llegara esta carta, me cansé de esperarte, ya estás reducido en mi mente, estás pequeñito como una semilla de chiltoma.

Ayer me fui con el Raúl en su moto a  Charco Verde, sí hasta me invitó la entrada, por cierto, vos, los jodidos Pellas ya están metiéndose en esta isla y dentro de poco hasta aeropuerto tenemos, a todos nos tiene arrechos este asunto, porque estamos seguros de que las cosas aquí van a estar más feas, por eso mejor ni te vengás. Te decía que vi que la laguna Charco Verde ya se está uniendo con el Lago de Nicaragua y ya casi vamos a tener un solo lago, el caso, chaval, es que viendo eso y luego el Concepción tan despejado, me di cuenta de que vos, chaval,  no es a mí a la que extrañás, sino que te cuesta acostumbrarte a la vida que tenés allá, pero como la laguna y el lago se forman uno solo, a mí también se me unió la ausencia tuya con el dolor y ya lo que tengo son unas ganas enormes de no volver a verte.

Yo te quise mucho, chaval, es más, todavía te quiero, pero me jodiste bien jodida y eso no te lo perdono. Hoy el Raúl me invitó a ir a ver la puesta de sol en la Punta Jesús María, este Raúl es tan bueno, y lo mejor, dice que él no se va para el sur y que si se va es conmigo.

28 de febrero de 2012

Tatufobia

¿Faccia gialluta fa il miracolo!
(Los miserables, V. Hugo)

M. Buti estaba tatuado hasta el párpado izquierdo... el que podía ver cada vez que cerraba su ojo cuando yo pasaba a su lado.

Italiano de nacimiento, costarricense por necesidad. Vino a trabajar a Costa Rica, hace más de diez años, especialista en el difícil y escandaloso arte de pintar la piel, se instaló hace 5 meses en un salón que queda camino a mi lugar de trabajo.

M. Buti, me sonreía todos los días, cuando aún no sabía su nombre ni él el mío. La primera vez que escuché su voz, supe que podría enamorarme de él... luego lo comprobé. Cada medio día, antes y después de almuerzo por constancia mía y por insistencia suya, nos citábamos para encontrarnos: él sentado sobre la grada de su "studio" y yo caminando hacia el este y no hacíamos más que vernos, sonreír y saludarnos.

M. Buti tenía los ojos clarísimos, el cabello negrísimo, las cejas gruesísimas, las mejores perforaciones que he visto en mi vida, la voz italianísima y la sonrisa de postre.

Cada día repasaba la ruta que debía seguir, el horario que debía antender y la mirada más complaciente que había olvidado ya, y la fuerza que me impulsaría a subir con él para elegir el tatuaje que sufriría solo para sentir sus manos.

Hace quince días, decidida asumí mi mejor pose, recorté la foto de una lagartija, me adelanté a la hora y llegué hasta el aparador donde se suponía estaría él. Pedí con el encargado de los tatuajes, acá traigo mi costado derecho, ¿lo ve?, acá desde la cintura llegando casi al ombligo, acá quiero mi lagartija.

Entonces supe que el chico que siempre me saludaba y me sonreía, se llamaba M. Buti, que era italiano y que ese día andaba con su esposa, recogiendo a sus padres en el aeropuerto.

De ahí me viene la aversión por los tatuajes.

24 de enero de 2012

Celebraciones con ausentes

"Ella por volverlo a ver corrió a verlo al mirador. El volvió... con su mujer. Ella se murió de amor." (Versos sencillos, José Martí)

A José Julián Martí Pérez me lo fui a encontrar en el parque de Orotina, siete días antes de la conmemoración de su nacimiento. Por la afición a la fotografía aprendida hace poco más de dos años, recorrí el sudoroso parque, la primera foto a la iglesia verde que tiene un reloj en una de sus columnas, la segunda foto al busto de un héroe que reconocí casi inmediatamente. Este mismo rostro lo he visto señalando hacia el norte, lo vi también enorme de blanco en la Plaza de la Revolución y me lo vengo a encontrar acá, a una hora de mi casa: Parque José Martí. La tercera foto a la placa de dedicación y las demás fotos... qué importan.

¿"Donde estaba Dios cuando te fuiste"? (Sábato)

Me faltaron las canciones de Guadalupe Urbina, las rancheras y hasta las de Claudio Baglioni en italiano, extrañé las rutas cerradas después de haber pasado o los levantamientos antes de llegar, no contaba con un mapa o una ruta planeada y sin embargo, según las pocas posibilidades con que salí de mi casa,  me encontré con otro de nuestros Titanes: el gran José Martí.

"No basta con ser creyente, hay que ser creíble" (El cristo de Elqui, El arte de la resurrección)

Y yo que ni siquiera creía en fantasmas, arrimada a la última sombra que chorreaba el enorme árbol de guanacaste, siguiendo la enorme línea de hormigas negras que viajaban a contraluz hacia el fondo de un barranco, me vine a arrimar a un atardecer que me enchilaba los ojos y juraría que vos estabas ahí fotografiando las nuevas uñas largas que me nacieron después de que me comí tu ausencia.